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Editura Universitara Un viaje literario por el mundo romanico. De Lisboa a Bucarest - Barbara Fraticelli

14,45 Lei

ISBN: 978-973-749-958-5

Anul publicării: 2010

Editia: I

Pagini: 211

Editura: Editura Universitara

Autor: Barbara Fraticelli

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  • Un viaje literario por el mundo romanico. De Lisboa a Bucarest

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El presente volumen propone un itinerario literario, artístico y espiri-tual que comienza en Portugal y termina en Rumanía, de un extremo a otro del ámbito geográfi co de estudio de la Filología Románica.

Existe el firme convencimiento de la existencia de un vínculo entre los polos opuestos de un territorio con los mismos orígenes lingüísticos y cuyos pueblos han acuñado palabras como la saudade portuguesa y el dor rumano que, si bien no se corresponden plenamente la una con la otra, dan buena cuenta de una espiritualidad fuera de lo común y de una capacidad de experimentar y transmitir sensaciones profundas y radicales a quienes se acerquen a sus respectivas culturas y literaturas.

El antecedente inmediato de este trabajo es un ensayo de Mircea Eliade en el que propone, sin que se conozcan casos parecidos ante-riores a éste, establecer una serie de paralelismos entre la obra de Luís de Camões y la de Mihai Eminescu sobre la base de unas refl exiones temáticas y de orden literario. En 1941 Eliade es nombrado consejero cultural de la legación de Rumanía en Lisboa, ciudad en la que perma-necerá hasta 1945. En 1943 sale en la revista Vremea un artículo cuando menos sorprendente, por su título provocador: Camões y Eminescu, res-catado por la Embajada de Portugal en Rumanía y por la prof. Micaela Ghiţescu en 2000. La intención de Eliade no es redactar un trabajo de historia literaria comparada, y tampoco pretende estudiar unas supues-tas infl uencias camonianas en la obra de Eminescu; el planteamiento del ensayo es el de defi nir en qué consiste el genio latino, y por qué ambos poetas, tan alejados entre sí geográfi ca y cronológicamente, son portadores de esa cualidad suprema. Lejos de ser sinónimo de clari-dad, simplicidad, espontaneidad, etc., el genio latino según Eliade es la propensión para transformar en cultura las experiencias más diversas, las contradicciones más inesperadas, los paisajes más exóticos; tiene una capacidad ilimitada de renovarse, de superarse a sí mismo y de renacer de sus propias cenizas. En el plano de la misión histórica de un pueblo, hay que valorarlo en función de sus aportaciones y creaciones espirituales. Las naciones latinas, gracias a la fusión de los elementos romano y autóctono, han sabido y saben asimilar los cambios a los que se ven sujetos. El genio latino ha aprendido a dar valor a objetos, ges-tos, paisajes y experiencias que antes no tenían ningún valor y tampoco tenían ningún signifi cado.

Para comprender cuál es el nexo que une a dos poetas aparen-temente tan dispares como Camões y Eminescu, es necesario seguir el hilo argumental de las refl exiones de Eliade. El Océano, antes de Camões, siempre había sido algo sin importancia en la conciencia y en la creación artística europea. Una obra de arte transforma el mundo cuando nace. El tratamiento que Camões hace del Mar Tenebroso lo eleva a la categoría de valor espiritual; Camões transforma algo ante-riormente considerado como “bárbaro” en un referente de la geografía espiritual que forma parte del bagaje de la cultura universal. El océano Atlántico y los mares orientales son un descubrimiento estético de Camões. Así, los descubrimientos marítimos se convierten, de mero acontecimiento histórico, en objeto de contemplación artística. Los navegantes portugueses ampliaron la ciencia geográfi ca de su época, pero Camões hizo algo igualmente valioso; amplió el universo estético a él contemporáneo enriqueciéndolo de un sinfín de nuevos elementos exóticos como plantas, paisajes, curiosidades etnográfi cas, etc.

Según Eliade, existe un fenómeno semejante en el otro extremo del mundo latino, en Rumanía. Eminescu es quien contribuyó de ma-nera fundamental a alargar los horizontes espirituales y culturales en calidad de conquistador de nuevos mundos. Tal y como había hecho el poeta portugués, Eminescu explora una vasta y salvaje tierra prác-ticamente desconocida hasta entonces. Camões enriquece el mundo latino con fl ores, paisajes, y tierras exóticas; Eminescu enriquece el mismo mundo con una novedad geográfi ca, Dacia, y con nuevos mitos. El elemento dacio entra con fuerza en las más altas esferas de la poe-sía europea, y no tiene parangón con otros elementos anteriores. La obra maestra eminesquiana, Luceafărul, revela la dimensión cósmica del drama de Hyperión, y es una muestra de una actitud muy parti-cular ante el Universo y Dios. Gracias a algunas de sus poesías más bellas, un mundo entero, antes desconocido, entra a formar parte del patrimonio común del mundo románico. Eliade pone cierto énfasis en lo que representan los elementos más típicamente rumanos de la obra de Eminescu, a saber: cierto sentimiento de soledad metafísica y una inefable nostalgia rumana. El pesimismo de Eminescu tiene su origen en una visión trágica de la existencia, pero guarda más relación con la calma resignación de los dacios (véase el poema Mai am un singur dor) que con el pesimismo de los románticos a él contemporáneos.

Tras leer el ensayo de Eliade, parece evidente que debió de sentir una gran afi nidad con los dos poetas; él hacía una lectura en clave espi-ritual del mundo, y tanto en Camões como en Eminescu se encuentran ecos de esa espiritualidad oriental de la que el escritor era un experto conocedor. El trabajo termina con una nota polémica de su autor. Eliade niega las acusaciones que veían el genio artístico latino prácticamente agotado en nuestra época. La existencia de autores como Unamuno (al que conocía perfectamente), Svevo o Rebreanu confi rma el vigor y la variedad de la creación literaria más reciente. En sus palabras, “somos los esclavos de los modelos extranjeros; somos clientes fi eles de las librerías francesas, donde no se encuentran autores portugueses, ruma-nos, italianos o españoles. Y a causa de esta ignorancia nosotros, los latinos, sufrimos hoy de un complejo de inferioridad. Nadie nos impide aprender otras lenguas románicas, conocer otros tipos de espiritualidad latina”.

Este texto fue escrito en 1943, pero talvez tenga hoy más actuali-dad que nunca. Parece ciertamente sugerente esta teoría de un universo creativo en constante expansión y regeneración en ámbito románico... Las intuiciones de Eliade en este sentido abren unos nuevos horizontes para los romanistas, más allá de los senderos ya largamente transitados de los estudios enfocados a otros ámbitos geográfi cos, lo que constituye un desafío atractivo a la par que una fuente de satisfacción profesional.

El primer capítulo del volumen que el lector tiene entre las manos, Itinerarios singulares por dos ciudades oníricas, invita a recorrer Bucarest y Lisboa en las páginas de algunos de los principales escri-tores del siglo XX, como Fernando Pessoa, Camil Petrescu, Mircea Eliade, Antonio Tabucchi, Ana Blandiana o Margarida Rebelo Pinto, quienes confi guran unas ciudades alejadas de los referentes concretos y reconocibles, para adentrarse en un espacio metafórico, mítico, onírico, o incluso neurótico.

En su texto ya canónico Le città invisibili, Italo Calvino enumera unas formulaciones básicas y útiles para afrontar el análisis, en clave semiótica, de los espacios que componen las urbes modernas. Calvino lleva hasta sus últimas consecuencias el proceso de alejamiento de la realidad de una poética del espacio, puesto que se pierde toda referen-cia a un espacio real, y se privilegia una interpretación en clave psi-coanalítica de una serie de ciudades inexistentes, producto sólo de su fantasía. Entre los diversos términos que Calvino pone en relación con el concepto de ciudad los que más llaman la atención son los signos, la memoria, el deseo, y los muertos:

Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos.

Con estas premisas, el lector atento puede comenzar a entender cuáles son los elementos que contribuyen a la formación de una poética del espacio urbano; en las diferentes ciudades imaginarias relacionadas con la memoria, por ejemplo, Calvino profundiza en el papel de los recuerdos y las vivencias personales a la hora de reconstruir interior-mente un espacio externo, y este es un aspecto que afecta, en mayor o menor medida, a la mayoría de los poetas y narradores modernos y postmodernos. En un estilo aparentemente críptico, las ciudades invi­sibles e imaginarias nacidas de la fantasía de Calvino nos llevan a una dimensión espacial en la que el referente real y concreto ha desapare-cido por completo, y los viajes de Marco Polo son una recreación, en clave metafórica, del viaje interior que todo hombre tiene que afrontar a lo largo de su vida. Durante su viaje existencial por las ciudades del imperio de Kublai Kan, Marco Polo encuentra el sentido de sus viajes pasados, de todo lo que vivió antes de llegar a emprender el camino hacia el Oriente:

Marco Polo immaginava di rispondere [...] che più si perdeva in quartieri sconosciuti di città lontane, più capiva le altre città che aveva attraversato per giungere fi n là, e ripercorreva le tappe dei suoi viaggi, e imparava a co-noscere il porto da cui era salpato, e i luoghi familiari della sua giovinezza, e i dintorni di casa...

El hecho de encontrarse en un espacio ajeno a los recuerdos del pa-sado permite al viajero regresar a esas zonas de su mente o su corazón en la que habían quedado recluidos acontecimientos signifi cativos de su vida:

Arrivando a ogni nuova città il viaggiatore ritrova un suo passato che non sapeva più d’avere: l’estraneità di ciò che non sei più o non possiedi più t’aspetta al varco nei luoghi estranei e non posseduti.

El proceso de progresiva interiorización del espacio sigue unas etapas que se pueden resumir en un esquema de este tipo:
- la ciudad real no se corresponde con la ciudad descrita en el texto artístico, aunque existan unos puntos de contacto entre ellas.
- la ciudad que se ha convertido en lenguaje, es decir, en creación artística, posee un sistema de signos y símbolos que suponen una interpretación en clave semiótica del signifi cante; cada signo es-conde un determinado signifi cado, según el código personal de un autor específi co y sus referentes culturales y lingüísticos.
- uno de los puntos de contacto entre la realidad y la creación ar-tística es el viajero, capaz de abstraer del espacio concreto unos conceptos universales que pertenecen a todo ser humano, como la necesidad de encontrarse a sí mismo o la tendencia a buscar una respuesta a una pregunta existencial .
- el viajero (o el poeta) rellena, según sus esquemas mentales y la vida que ha llevado a cabo, el vacío que representa el espacio real, una vez despojado de sus connotaciones geográfi cas concretas.
- la palabra poética constituye, por sí misma, un nuevo espacio, donde tienen cabida todos aquellos elementos que forman la tesi-tura del discurso.
- la ciudad creada por la palabra poética, en cuanto refl ejo de la in-terioridad de su autor y creador, asume las características de un ser vivo, capaz de pensar (y de pensarse a sí misma) y de recordar su pasado en cada esquina y en cada calle.

El hombre que habita este espacio nuevo, lo transforma en sueño o ensoñación, en una dimensión onírica que defi ne las páginas de autores como Pessoa, Eliade, Ana Blandiana y Tabucchi. Las ciudades, como los sueños, se fundamentan sobre algunos de los sentimientos humanos más universales, el deseo y el miedo, y los mecanismos que las rigen no están al alcance de cualquiera; son un conjunto de “perspectivas engañosas”, de “normas absurdas”, y la clave para penetrar en sus se-cretos es la interpretación de los signos que las componen.

Los deseos de penetrar en su esencia despiertan la necesidad de ha-bitar el espacio:

La città ti appare come un tutto in cui nessun desiderio va perduto e di cui tu fai parte, e poiché essa gode tutto quello che tu non godi, a te non resta che abitare questo desiderio ed esserne contento.

Así el hombre lleva a cabo una auténtica transfi guración de unas coordenadas espaciales en algo que procede de una idea, un deseo, una ensoñación, o una pesadilla.
 

El segundo capítulo, Viajes y viajeros entre Oriente y Occidente, ofrece una panorámica, de algunos viajeros que han descubierto Rumanía y su capital procedentes de la península Ibérica o de Venecia por un lado, y España y Portugal, procedentes de Rumanía por otro, en un sugerente cruce de experiencias, sensaciones, vivencias personales e impresiones curiosas, todo ello utilizando un lenguaje mixto, entre la realidad y el elemento fi ccional, que distingue este género literario.

Antonio Maria Del Chiaro descubre en 1714 una Valaquia ines-perada, se convierte en secretario personal de su príncipe y le acom-paña hasta el trágico desenlace en Constantinopla. Jesús Pardo viaja al Bucarest triste y anodino de los años 70 del siglo XX, oprimido bajo el régimen, aunque consigue ofrecer a sus lectores unas pinceladas llenas de fi na ironía. El crítico literario rumano Adrian Marino visita España y queda fascinado por algunas de sus ciudades – que describe con todo lujo de detalles - y por la determinación y la espiritualidad del pueblo español, aportando unas interpretaciones profundas e inéditas sobre el pasado histórico y el presente social y arquitectónico del país.

Déjese pues guiar el lector, de la mano de escritores, poetas y via-jeros ilustres, por tierras dacias y lusitanas, en busca de ese genio latino que representa la fuente inagotable de innumerables páginas de sus res-pectivas literaturas y culturas.

Cabe destacar, a modo de conclusión, el agradecimiento por muchos años de formación académica, apoyo constante y dedicación a la Prof. Eugenia Popeangă, quien me hizo descubrir la fuerza y el encanto de la literatura y la cultura rumanas. Para ella todo mi cariño, siempre.

Introducción / 7

Itinerarios singulares por dos ciudades onίricas / 17
 

Viajes y viajeros entre Oriente y Occidente / 139

Barbara Fraticelli

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